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Pr. Manuel Sheran
Romanos 6:9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.
Que Cristo ha resucitado de entre los muertos es un hecho bien atestiguado, bien conocido y firmemente creído. Los profetas lo profetizaron, Cristo mismo lo predijo, los ángeles lo afirmaron, y los apóstoles fueron testigos de ello, como también lo es el Espíritu Santo.
Por lo tanto, es cierto que él ya no muere nos afirma el apóstol Pablo.
Pues el Señor resucitó a una vida inmortal y vivirá para siempre. Así que no hay necesidad de que muera de nuevo, habiendo sido su muerte una expiación completa y expiación de todos los pecados y transgresiones de su pueblo.
La porción del texto concluye con una afirmación mas acerca del sacrificio de Cristo. Nos dice: “la muerte ya no se enseñorea de él”
Esto quiere decir que una vez tuvo dominio sobre él. Lo mantuvo bajo su poder por un tiempo, de acuerdo con la determinación divina, y por su propio consentimiento.
Sin embargo, no era posible que estuviera retenido por más tiempo. Tanto por la dignidad de su persona, como Hijo de Dios, así como por la virtud y eficacia de su sacrificio, siendo la fianza de su pueblo, habiendo quitado el pecado para siempre con él.
Si la muerte no se enseñorea mas de Cristo, quiere decir que El es Señor sobre la muerte.
La implicación directa de esto es que el ha prometido para sus escogidos que, aunque mueran en este mundo vivirán por siempre en la eternidad con el:
Juan 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
De manera que, si nosotros estamos en El, nosotros no debemos temer a la muerte como el mundo le teme. Es más, debemos prepararnos para ella, pues es el paso final en esta vida para estar por siempre al lado de nuestro amado salvador.
El mundo le teme a la muerte porque quiere seguir deleitándose en su vida de maldad y pecado. Quieren vivir por siempre para experimentar por siempre el placer de sus depravaciones.
Para nosotros los cristianos, para quienes el Señor lo es todo, y que no encontramos deleite en los placeres del mundo, la muerte es el servidor de Dios que nos toma de la mano y nos llevar a la presencia del Señor.
En ninguna manera debemos temerle, y nuestro verso de hoy nos da tres poderosas razones: porque el Señor resucito de entre los muertos, porque el ya no muere y porque ya la muerte no señorea mas sobre él, sino que él es Señor, así como lo es de la vida, así también de la muerte.
Cuando entendemos esto, podemos exclamar libremente y con una buena consciencia:
Romanos 14:8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Ya sea que hayas perdido un familiar querido o que tu estas pasando por una terrible agonía de muerte en esta tierra, fortalécete en la verdad que Cristo es Señor sobre la muerte, y si estamos en El, viviremos por toda la eternidad.
Pero si tu no estas en El, entonces si preocúpate porque las aflicciones en este mundo no son nada comparadas a las aflicciones que experimentaras en el lugar de tormento eterno preparado para los que le rechacen. Si tu aun no has venido a Cristo, clama a Él en este día y pídele que te dé un corazón nuevo para amarlo y buscarlo.
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