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En la medida en la que hubo una mayor difusión de la experiencia de seguir series expositivas y canales de predicación en internet y tener nuestros predicadores favoritos, pasamos a ver nuestra experiencia comunitaria de una manera muy pobre.
Pasamos de la apreciación de los buenos predicadores en los medios digitales, hasta disgustarnos e incluso despreciar a nuestros ministros locales.
¡Después de escuchar exposiciones tan buenas, qué hago con mi pastorcito?!
El error fatal de este malestar, que puede convertirse rápidamente en desprecio, radica en la incapacidad de hacer una diferenciación fundamental. Una cosa es utilizar buenos recursos disponibles en internet para enriquecer tu formación cristiana y otra cosa creer que puedes lograr esa formación a través de internet.
Ningún discípulo verdadero de Jesús puede cultivarse a distancia, sin experimentar todas las dimensiones de la vida comunitaria de la iglesia local descritas en la Biblia. ¡Esa vida es mucho más que los sermones que escuchamos! ¡Los sermones son una parte importante, pero ni por cerca pueden confundirse con aquello que se espera de los miembros del cuerpo de Cristo!
Como miembros de una iglesia tenemos deberes y derechos que nos responsabilizan moralmente con varios elementos de la vida cotidiana de una comunidad local específica. Las relaciones pactuales crean una unión que no puede ser reproducida de manera remota.
Si nos reducimos a ser meros oyentes de la exposición bíblica, fácilmente llegaremos a creer que accesar YouTube es suficiente para producir en nosotros lo que solo años de obediencia a Dios en una comunidad cristiana pueden lograr.
Los predicadores aburridos y superficiales deben ser desafiados a desarrollarse y progresar en el santo oficio que es compartir la Palabra. No hay negociación alguna en esto. Sin embargo, ellos también necesitan tener la seguridad de que no pueden ser sustituidos por nuestros expositores virtuales favoritos, pues su ministerio de pastorear todo el rebaño de Dios va mucho más allá de lo que los mejores contenidos digitales nos pueden ofrecer.
Traduccion: Pamela Sheran
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