¿POR QUÉ ESCRIBO MIS SERMONES?
- Pastor Manuel Sheran
- 21 jul
- 5 Min. de lectura
7 razones para considerar el uso del
manuscrito completo en la predicación.

Pr. Manuel Sheran
En la más reciente clase de Teología Pastoral de nuestra Academia Ministerial estuvimos meditando en un tema que puede parecer técnico, pero que tiene implicaciones muy pastorales: el uso del manuscrito completo en la predicación. El capítulo 12 del Volumen II de Teología Pastoral del Pastor Albert Martin nos desafía a no conformarnos con improvisaciones o bosquejos sueltos, sino a ver la redacción completa de nuestros sermones como un acto de obediencia a mandatos bíblicos y una muestra de amor al pueblo de Dios.
A modo de reflexión y aplicación pastoral, quisiera compartir con ustedes, siete razones por las que creo que todo predicador debería al menos considerar seriamente escribir sus sermones completamente, no solo para su bien, sino también para el beneficio de la iglesia.
Mi intención no es dogmatizar ni afirmar que quien no usa un manuscrito predica de forma incorrecta. Más bien, deseo invitar a los lectores a considerar por qué esta práctica puede ser una excelente manera de cultivar y perfeccionar el don de la “anunciación santificada” (como lo llama el Pr. Albert Martin), ese sagrado llamado que Dios nos ha dado al predicar Su Palabra.
1. Porque la predicación debe edificarnos al máximo (1 Cor. 14:26)
1 Corintios 14:26 ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.
El objetivo de toda predicación es edificar. Pero, ¿cómo asegurarnos de que el mensaje es claro, fiel, preciso y útil si solo llevamos un bosquejo mental o unos puntos en papel? Escribir el sermón nos ayuda a ser más cuidadosos, a evitar desvíos y asegurar que cada frase contribuye a la edificación del cuerpo de Cristo.
2. Porque la Palabra merece ser tratada con exactitud (2 Tim. 2:15)
2 Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
Dios nos manda a “trazar bien la Palabra de verdad”. Esto implica ser exactos, precisos, responsables. La mayoría de nosotros no puede alcanzar esa precisión si no pasamos por el ejercicio de escribir lo que pensamos predicar. Al escribir, nuestras ideas se clarifican, se refinan y se alinean más fielmente al texto bíblico.
3. Porque debemos mostrar progreso evidente en nuestro ministerio (1 Tim. 4:15)
1 Timoteo 4:15 Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.
Uno de los mandatos pastorales menos mencionados es el del progreso manifiesto. Escribir cada semana nos disciplina a crecer en claridad, estructura y estilo.
Tal vez no publiques libros, pero si cada semana escribes tus sermones con dedicación y oración (ya sea a mano o en computadora), tu crecimiento como predicador será evidente.
4. Porque escribir te prepara mejor para hablar con libertad
Aunque suene contradictorio, lo que uno domina con la pluma, puede luego proclamarlo con libertad.
Muchos temen que un manuscrito los encadene o que limite al Espíritu. Pero en realidad, bien trabajado, te da seguridad. Saber que lo que vas a decir ya fue pensado, orado y pulido, te libera para entregarte a la predicación con confianza y sensibilidad al Espíritu.
Como le dije a mis hermanos en la clase:
"Si el Espíritu esta contigo en el estudio, cuando estas estudiando, orando y escribiendo, entonces ten por seguro que estará contigo en el pulpito."
5. Porque ayuda a los oyentes: menos palabrería, más claridad
¿Alguna vez has escuchado una predicación donde te pierdes entre repeticiones, frases vagas o cambios de rumbo sin sentido? Escribir te fuerza a evitar eso. A eliminar lo innecesario, a elegir bien las palabras, a construir puentes claros entre puntos. El oyente lo nota. Lo agradece. Se va edificado.
En pocas palabras, mejora el estilo retórico. Pablo dice a los corintios:
1 Cor. 2:4 Y Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder.
Pablo no estaba rechazando la buena expresión o la claridad al hablar, sino oponiéndose a una retórica hueca, sin sustancia. Él no condenaba el uso de palabras bien elegidas, sino el uso de un lenguaje sofisticado que solo busca impresionar y entretener, pero que no comunica la verdad del evangelio. Esos discursos adornados, pero vacíos (que suenan mucho y dicen poco), no edifican.
Por el contrario, cuando el predicador escribe, piensa, ora y pule sus palabras, puede evitar caer en la trampa de la palabrería y ofrecer un mensaje claro, directo y lleno de verdad bíblica. Eso es lo que Pablo practicaba y lo que toda iglesia necesita hoy día.
6. Porque tus manuscritos pueden seguir hablando mañana
Muchos de los libros y tratados que han bendecido a la iglesia no eran más que manuscritos de predicaciones.
Hoy, aunque tenemos grabaciones, la escritura sigue siendo una vía poderosa para enseñar.
Tal vez no publiques un libro, pero tu sermón escrito puede servir como devocional, guía de estudio, o material para otros hermanos.
Si está escrito, puede ser compartido, preservado y reutilizado. Como muchos de los sermones predicados por los puritanos y muchos maestros mas contemporaneos desde Charles Spurgeon hasta el recientemente fallecido Pastor John Macarthur.
7. Porque alivia la ansiedad del púlpito
La predicación es solemne. A veces llegamos al domingo con temor y temblor. Tener un manuscrito no elimina la dependencia del Espíritu, pero sí te da una base segura. Te permite descansar en que, aunque no tengas fuego, emoción y no fluyas en espontaneidad, al menos tendrás verdad para dar. No dependes de “sentirte inspirado” sino de haber sido fiel en tu estudio.
Una nota para la iglesia
Tal vez como miembro de iglesia alguna vez te preguntaste: “¿Por qué mi pastor lee tanto su sermón?” o “¿No sería mejor que predicara más espontáneo?”
Hermano o hermana, si tu pastor escribe sus sermones, es porque te ama. Porque quiere darte pan, no migajas. Porque quiere asegurarse de que cada palabra que te dice desde el púlpito es fiel, clara y útil. Agradece por eso. Ora por él. Y escucha con atención, sabiendo que hay oración y sudor detrás de cada línea.
Una exhortación para mis hermanos predicadores
No te conformes con bosquejos. No pienses que escribir es “matar al Espíritu”. Es un medio para servir mejor a Cristo y a su pueblo.
El pastor Albert Martin no nos impone un modelo, pero nos invita a considerar los beneficios de escribir los sermones.
¿Y si el manuscrito no es una cadena, sino una herramienta de edificación? ¿Y si escribir tus sermones con disciplina y cuidado es uno de los actos más espirituales que haces cada semana?
Vale la pena intentarlo.
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Este artículo fue redactado y corregido con el apoyo de herramientas de inteligencia artificial para mejorar la claridad y expresión del contenido. Sin embargo, el esfuerzo creativo, las ideas y la intención pastoral pertenecen a su autor humano.
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